Sunday’s Readings: Acts 2:42-47; Psalms 118:2-4, 13-15, 22-24; 1 Peter 1:3-9; John 20:19-31
Get Real!
Those of us who flatter ourselves that we have a “realistic” view of the world may listen to the first reading today and say, “Get real!” when we hear Luke’s account of the early, Elysian days of the Christian movement. All seems to be rosy, lots of wonders are performed, everyone shares selflessly, they eat together in exultation,” and the Lord added to their numbers? Well, who wouldn’t be attracted to a group like this? From the wind that swept through the upper room at pentecost as the Spirit of God blew over the face of the waters in Genesis, and the fire that appeared over each disciple as the light appeared at the dawn of creation, Luke’s intent in Acts is to show a new creation, a restoration of creation’s original goodness through the working of the Holy Spirit. It is the Spirit who continues to make us into the Body of Christ. We may occasionally, like Thomas in the Gospel, say, “Get real!” but our ultimate reality in the Spirit is to work continually to make our Christian community a new creation, one in which others will find God’s joy and beauty.
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BÁJENSE DE LAS NUBES!
Los que nos felicitamos por ser “realistas” en este mundo podemos escuchar la primera lectura de hoy y decir, “¡bájense de las nubes!” cuando oímos el relato de Lucas sobre los primeros días ideales del movimiento cristiano. Todo parece color de rosa, se obran muchos prodigios, todos comparten sin egoísmo, comen juntos “con alegría” y el Señor aumentaba el número de creyentes. ¿Cómo no sentirse atraído a un grupo semejante? Desde el viento que llenó el cuarto en la planta alta durante Pentecostés así como el Espíritu de Dios sobre las aguas en Génesis, y el fuego que apareció sobre cada discípulo, como la luz que apareció en el albor de la Creación, la intensión de Lucas en Hechos es mostrar una nueva creación, una restauración de la bondad original de la Creación por la obra del Espíritu Santo. Es el Espíritu quien continúa formándonos en el Cuerpo de Cristo. En ciertas ocasiones, así como Tomás en el Evangelio, decimos ¡bájense de las nubes!” pero la última realidad es que el Espíritu obra continuamente para hacer que nuestras comunidad cristiana sea una nueva creación, una en que los demás encontrarán el gozo y la belleza de Dios.
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