XX The Assumption of the Blessed Virgin Mary 2021

Sunday’s Readings: 1 Chr 15:3-4, 15-16; 16:1-2, 1 Cor 15:54b-57, Lk 11:27-28
Lecturas del Dia

THE DESTINY OF ALL MORTAL FLESH
The celebration of today’s feast on a Sunday is unusual on our Roman Catholic calendar. Our observance of
the Lord’s Day is held in such high esteem that few other feasts replace it. Occasionally there is a feast—usually of
one of the saints—in which the saving power of God in Christ is so uniquely focused that the Roman rite deems it
worthy of celebration on the Lord’s Day. Today is such a feast. Yet some are surprised at the brevity of the dogma in
its entirety: “We pronounce, declare and define it to be a divinely revealed dogma: that the Immaculate Mother of God, the ever Virgin Mary having completed the course of her earthly life, was assumed body and soul to heavenly glory.” The Roman Catholic Church never defined any specifics or particulars about the event itself. It is not in the scriptures. There are no verifiable eyewitness accounts. At its core, the dogma reveals in Mary the destiny of all mortal flesh, and reinforces our creedal belief in resurrection of the body. This feast strengthens our faith, defined last week in Hebrews as the realization of things hoped for. We find, in Mary, that realization of what we all hope for, what Paul today affirms: “In Christ shall all be brought to life” (1 Corinthians 15:22).
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EL DESTINO DE TODA CARNE MORTAL
La celebración de la fiesta de hoy en domingo es inusual en nuestro calendario católico. Nuestra observancia del
Día del Señor es de tan alta estima que pocas otras fiestas la reemplazan. Ocasionalmente hay una fiesta –
usualmente de uno de los santos– en que el poder salvador de Dios en Cristo está tan singularmente manifiesto que el rito romano la considera digna de celebrarse en el Día del Señor. Hoy es tal fiesta. Sin embargo, algunos see sorprenden por la brevedad del dogma en su totalidad: Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la inmaculada madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”. La Iglesia Católica nunca definió nada específico ni los particulares sobre el
hecho. No existen relatos verificables de testigos. En su esencia, el dogma revela en María el destino de toda carne mortal, y refuerza nuestro credo y fe en la resurrección del cuerpo. Esta fiesta fortalece nuestra fe, definida la semana pasada en la carta a los hebreos como la realización de aquello que esperamos. Encontramos en María la realización de lo que todos esperamos, y que Pablo afirma hoy: “en Cristo todos volverán
a la vida” (1 Corintios 15:22).